La gente de mi río

Anny García Hernández
22 ago 2017
2 Min. de lectura

Es gente amable que saluda de orilla a orilla moviendo la mano y con una sonrisa, gente inocente y vulnerada a la que le han contaminado su río, su vida, su bienestar.

Que resiste y subsiste, en este entorno lleno de extraños que se han apoderado de la vida (el río) y lo están matando a punta de indiferencia.

En este territorio existen dragones ( equipo, que puede estar instalado en una embarcación o tierra firme, que se utiliza para excavar material debajo del nivel del agua, y elevar el material extraído hasta la superficie), que atacan sin piedad al río Quito; un río que abastece a una población llena de historia, manejados por personas que han vendido por un tesoro (oro), aquel metal que está cobrando vidas y que seguirá cobrando y que tienen en crisis a todo un departamento.

La gente de mi río, son niños que no saben que se bañan con su amigo (el río) y que este se está muriendo por causa de una locomotora minera, que cambia la vida por dinero, dinero que no se come, ni genera vida; esos niños que todos los días se lanzan a bañar y saltar con su amigo inseparable, aquel río con el que sueñan, juegan, aprenden, sonríen y viven o mejor dicho sobreviven.

La gente de mi río rodeados de caña brava, palma tahití, guácimo, Pichindé, maderables de robles y cedro; gente que ha sembrado arroz, achín, plátano, ñame y pacó, gente que antes pescaba y comía bocachico frito con bollo, ahora consume pollo o carne, gente a la que le están arrebatando la existencia, a la que le dejan miseria.

Pero la gente de mi río es fuerte, humilde, perseverante y luchadora, esa gente que resiste y persiste por su territorio.Que pese a ese animal feroz que se devora su río (dragones), se han armado de lucha, fuerza y colectivamente; están jugando con el adversario a generar oportunidades de cuidado del territorio y ideas productivas para el progreso común, han fortalecido el cultivo y los criaderos para poder tener calidad de vida, pues la gente de mi río es consciente del mal que le acecha y sabe que este está acabando con la vida de su río y sus propias vidas.