El rostro de mi Palenque
- Anny García Hernández
- 11 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Burbuja naranja
Dicen que el rostro es el reflejo del alma, es el cúmulo de experiencias vividas. Por medio del rostro se conoce la mirada de las personas, de su historia, de sus ancestros, de su cultura y contexto; nos lleva a viajar por mundos diferentes, donde cada persona encaja de forma perfecta desde su imperfección, donde comprendemos el valor de la diferencia.
Viajar por ese extraño mundo de realidades encontradas entre niños, jóvenes y adultos, cada cual con su vida, cada cual con momentos alegres, tristes, inestables e inspiradores. Donde todos sin darnos cuenta estamos en la burbuja naranja, en la que cabemos sin discriminación, en la que la diversidad es el arma potencial para aceptar, valorar y respetar.






Cielo azul
Cada rostro es enigmático, es bello por esencia; muchos tienen algo en común, tienen una tradición, un pasado marcado de resistencia que es el fundamento del presente, es la esencia del hoy, es la forma de vibrar con el entorno, con la mágica de la madre tierra.
Es ver el mundo de manera colectiva, como un libro en el que cada uno escribe su fragmento de historia de como la vive, la sueña, la sobrevive o la deja. Aquel mundo, en el que aparentemente los vivos salen adelante, en el que para sobresalir hay que pisar la cola del otro; en el que al final están los optimistas, los llenos de esperanzas, los que propenden por generar iniciativas de bienestar social, los que están ávidos de aprender a desaprender, los que sueñan con un mundo en paz, los que pintan su cielo azul.















Mi Palenque
Lleno de rostros es mi Palenque, un lugar en el que como todos abundan los problemas, la inseguridad, la violencia; pero, también hay hermandad, familiaridad, seres excepcionales que brindan apoyo. En mi Palenque, se encuentran vecinos metidos que aún regañan al hijo ajeno, de esas actitudes que dan cuenta del compromiso que todos tienen por forjar personas de bien que a pesar de las dificultades y de la falta de oportunidades, luchan día a día por cambiar su historia.
Un palenque, con seres buena gente, mujeres y hombres que gritan de esquina a esquina por saludar al vecino; en el que los niños montan bunde con tarros y tapas de ollas, donde los niños aún juegan la lleva, fútbol con arcos improvisados y aún se ven niños felices corriendo por las calles llenas de barro.


















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